¿Mamá?

Pues la verdad es que no tengo la más mínima intención de ser mamá en el corto ni mediano plazo. No me imagino. Bueno, un poquito, pero solo un poquito pues con el tiempo, me he dado cuenta que a más edad, más son los alborotes hormonales maternos que se me despiertan con ver una niña, oler a un bebé, jugar con mi sobrino o detectar una barriguita. Los veo y quisiera morderlos y sonrío secretamente y para mis adentros me digo: que locura amorosa, tener un bebé.

Pero ni al caso. No me imagino a mi por aquí y por allá detrás de un niñito. Que si comió o no comió. Que si lloró o no lloró. Que si se durmió o hizo pataleta. Que se cayó, carajo. Que se enfermó, que si el colegio, los amigos, la ropa, los modales. Que si me contestó o si no hizo la tarea. Que si este colegio o el otro. Que soy ejemplo para darle, que si cambiarle el pañal, o sea.  Que si tengo para darle o no hay suficiente. Que se acabó la leche o el cereal.  Que lo estoy malcriando o que los abuelos son demasiado permisivos, en fin, respiro profundo y me doy cuenta de que ya me canse de sólo escribirlo.

Imposible. Me cuesta aun mucho a mis muy entrados veintiséis años saber lo que quiero como para tener que decidir qué es lo que quiere una minipersona. No sé qué hacer cuando me enfermo, le tengo pánico al futuro y como por si fuera poco tengo cierta fijación con la irresponsabilidad. Así que tener un hijo iría en contra de todos mis planes que, aunque parecieran fracasados no lo son, pero a veces un poquito, pero son mis planes y mis esperanzas y lucho por ellos hasta el final aunque el final tenga sus propios caprichos. No podría irme a estudiar, ni a viajar, ni a rumbear hasta que se me diera la gana. No podría ya, salir y besar cuanto bobo quisiera. No podría quedarme durmiendo hasta que se me diera la gana, no podría trabajar aquí y allá e irme si me sale una mejor oferta. No podría intentar diferentes padres más a ver cuál me colabora en que salga más bonito. No podría quejarme más de que estoy sola y entonces este blog se vendría abajo.

No podría miles de cosas que quiero y necesito hacer antes de traer una responsabilidad a mi mundo. Claro que también debe haber miles de cosas buenas, ni más faltaba, si no mi mamá no sería tan feliz de tenerme. Pero todo se reduce a que si algún día soy mamá, debo ser algo cercano a una buena madre, como la mía, porque al fin de cuentas eso es lo que vi y hoy por hoy no siento que pueda ser una buena madre, ni en lo más mínimo, porque mis prioridades son mucho más divertidas, egoístas, vanales y profesionales.

Si soy mamá algún día, sí me gustaría ser como mi mamá. Aunque somos absolutamente diferentes y le heredé cosas terribles como un diente torcido, las ojeras, lo de ser enana, ser tan consentida y otras cosillas, el resto también casi, casi que todo es resultado de ella. Y toda yo, lo resumo en una cosa, libertad y se lo debo ella. En cambio de mis abuelitas sacaría un poco de cada una. La locura de una  y el amor infinito de la otra. Y de mis tías, de mis tías ni hablar.

El día de la madre me recuerda que a mi edad mi mamá ya tenía tres hijos, llevaba casi diez años de matrimonio y era feliz. Pero a mi edad siento que no he vivido nada, que hay medio mundo por recorrer, que la vida está puesta para mí y por supuesto, que soy demasiado joven, independiente, libre y siento que el tiempo cada vez pasa más rápido y yo no he hecho nada. Ni una locura de amor. Es más, pasa el tiempo y yo sin conocer a alguien, sin amar a alguien, sin demenciarme por alguien. A mí si me gustaría hacer locuras por amor. De esas locuras que ya la gente en la modernidad no hace. Es más, sé que si conociera alguien me volvería loca, dejaría mis planes a un lado y lo peor, segurito me antojaría de tener 4 hijos para poder celebrar este día y ser una mamá, por lo menos la mitad de buena onda que la mía.

Porque no importa el plan. El amor no se planea.