No es cualquier bus pero tampoco no es ningún bus

El tiempo y las relaciones hicieron que me dañara de tal forma que en los últimos años, como salida segura, he preferido y he escogido enfocarme en lo negativo de los manes que se me acercan con tal de tener las razones suficientes para no abrir el mar de sentimientos que es posible que existan en mí y mejor, quedarme tranquila, en este lugar seguro donde no siento y por lo tanto, nada duele.

Reacción que adquirió carácter automático e inconsciente, pero que a la hora de racionalizarlo cinco minutos e ir un poco más allá de lo superficial, resulta estúpida. Pero es tan pero tan sabrosa y tan pero tan involuntaria que simplemente sucede, y se lleve toda la magia, y la voluntad y cualquier posibilidad y la oportunidad de ser amada, amar y toda una aventura de aprendizajes y nada, como si fuera la mar de natural, resulto alejándome. Tranquila y feliz.

Que el tipo es amoroso. Pero hace absolutamente todo lo que le digo. Que el tipo es respetuoso. Lastima que es tan respetuoso que se ha demorado siglos en tocarme. Que es detallista. Pero así empiezan todos y después se les pasa. Parece perfecto. Quién sabe que secretos tendrá. Y sigo y sigo. Es que fuma. Es que no se gana mil millones mensuales. Es que no habla inglés. Es que se viste como de los años ochenta. Que agarra el cuchillo raro. Que no hace ejercicio…

Y sí. Creo que a diferencia de lo que muchos creen, ser exigente tiene mil millones de cosas positivas porque en últimas, ‘el que no sabe para dónde va, cualquier bus le sirve’. Y no señoritas, a mí, a estas alturas de la vida, no todos se me acomodan. Yo quiero uno que vaya justo a donde yo quiero que vaya (a la felicidad) y no quiero me dé vueltas ni me pasee por lugares que ni al caso o que ya conozco. Tampoco me interesa si va lleno o si está demasiado destartalado. Yo quiero un viaje seguro, bonito, tranquilo y a donde yo quiero ir.

Por eso, tener claro, dentro, en el alma, qué se negocia y qué no, es de las maravillas de la vida. Porque entonces, no cualquier cosa sirve. Pero la línea es muy delgada; la de saber qué es lo que uno quiere y la de querer sabotearse. Y yo la cruzo una y otra vez, con una gracia, convicción y una libertad desvergonzada.

Pero no, no se debe cruzar. Y cada vez me hago más consiente. Hay que defenderse y cuidarse de esos defectos y problemas que van en contra de las convicciones, sueños e ideales propios, pero hay que quedarse y darle tiempo a esas otras que hacen parte de emprender un camino en el que se construye un recorrido compartido. Ese en el que hay que ceder, moldear, afinar, respetar y aceptar.

Ese momento donde se desencadena un mundo de aprendizajes para cada quien donde esa otra persona llega a mostrarnos pasiones, nuevos sueños, esperanza, ilusiones alegres y hasta algunos dolores válidos y desconocidos. Llegan a mostrarnos una nueva forma de enfrentar el mundo, vivir las relaciones, sentir ternura y ganas de romance. Nuevas maneras de rompernos y abrirnos, de sensibilizarnos y amar. Llegan a enseñarnos sobre nosotros. Principalmente, eso, sobre nosotros.

Y nada, yo voy por ahí perdiéndome gente cheveré, oportunidades de colores, experiencias fantasiosas y suspiros felices por pendeja, literal. Por darle espacio al miedo y vivir en automatico enfocándome en maricadas en vez de hacer el ejercicio contrario. Abrazarme a lo bueno y minimizar y tener claro que muchas de esas excusas tienen una solución.

Que el tipo es amoroso. Tal y como lo soñé y lo mejor es que se desvive por complacerme. Que el tipo es respetuoso. Y se aleja a las otras trásfugas con las que he salido. Que es detallista. Y se esmera en estar pendiente y hacerme sentir como una princesa. Que parece perfecto. Por lo menos para mí sí. Y claro tiene, sus cosas, pero esas son ajustables y nada que atente conmigo y mis principios. Y sigo y sigo. Es que fuma, pero si eso lo hace feliz, se lo respeto y que lo haga afuera. Es que no se gana mil millones mensuales, pero tiene el potencial. Es que no habla inglés, pero tiene un discurso que me emboba. Es que se viste como de los años ochenta, ya hice plan para ir de compras. Que agarra el cuchillo raro, ya le enseñé. Que no hace ejercicio, pero me concina. Y es increíble.

Así que si bien hay que saber a dónde ir para tener claridad absoluta en qué sí y qué no, lo que es aún más cierto es que -independiente del resultado- es demasiado triste que por miedo lleguemos a perdernos de un bonito viaje.

4 comentarios en “No es cualquier bus pero tampoco no es ningún bus

  1. ¡Hola!

    ¿Sabes? Leer lo que has escrito en los últimos meses me ha hecho aprender muchísimo de mí mismo y me ha dado mucha esperanza y aunque no lo sepas, ni te lo imagines, me ha hecho recobrar la confianza en mí. Y quiero agradecerte por eso.

    Escribes de una manera fenomenal. Nunca dejes de hacerlo.

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